Durante las últimas semanas estamos siendo testigos de una nueva oleada de asociaciones en contra de los deberes y cómo estos pueden quitarles tanto tiempo a nuestros hijos hasta tal punto de que no puedan jugar o descansar como deben.

El debate está servico entre los que están a favor y los que están en contra.

Sin embargo, parecen hacer más «ruido» aquellos que no están a favor ya que la movilización está siendo bastante notoria en toa España después de que la Organización Mundial de la Salud o la ONU hayan reconocido que pueden resultar una intromisión en la vida familiar.

Esta preocupación comenzó hace ya algunos años en Estados Unidos con el programa No Child Left Behind y donde un colegio de primario los prohibió tajativamente para que los alumnos pudieran dedicar ese tiempo a otras actividades de ocio con el argumento de que los deberes clásicos no hacían otra cosa que aumentar su frustación, cansancio y fomentar la pérdida de interés por aprender.

La ciencia por su parte también incide en este tema con un estudio que señaló que la relación entre los deberes y el buen rendimiento es positiva siempre y cuando el trabajo en casa no fuese excesivo. Además, se comprobó cómo los niños más pequeños sacaron mucho menos partido a su tiempo de estudio que los adolescentes porque se distraen más fácilmente y por tener menos hábitos.

De igual manera se comrpobó que más deberes no son mejores, es más, provoan estrés, problemas de salud y les hacen sentir más alienados por la sociedad impidiendo que desarollen sus relaciones sociales y su creatividad al máximo.

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