«Tienes que hacer eso porque soy tu madre y punto». Frases como ésta es probable que se oigan muy a menudo entre padres e hijos, pero no todo lo que ordenamos es correcto, es más ¿qué cosas ordenamos los padres a nuestros peques y no solemos cumplir nosotros mismos?
Obedecer sin rechistar. Los adultos no nos caracterizamos precisamente por obedecer a la primera, por ello lo ideal es educarles ayudándoles a resolver situaciones y problemas dialogando sin tener que imponerles algo cuando a ellos no les parece bien.
Por otro lado, sabemos que ser caprichosos es otra de las características de muchos niños pequeños pero ¿y nosotros? Vivimos en una sociedad consumista en la que nosotros somos los primeros que provocamos que ellos lo sean regalándoles de todo y sustituyendo tiempo de juego con ellos por productos.
El hecho de compartir también es un aspecto que incluso a nosotros mismos nos cuesta o sino piensa cuándo has prestado tu móvil, ropa, zapatos, coche…
Que no se quejen cuando se les regaña también es complicado porque tienen sentido del ridículo y necesitan intimidad también cuando les vamos a regañar por algo que han hecho. No es necesario hacerles sentir mal tanto física o psicológicamente delante de nadie y en lugar de eso, hablar con ellos a solas e intentar que entiendan lo que han hecho mal. Y es que ¿cómo reaccionamos nosotros si alguien nos humilla?
Obligarles a comer algo que no les gusta tampoco es bueno siempre y cuando tenga más alternativas que sí puedan gustarle. Por ejemplo, hay adultos que no les gusta la coliflor y nunca la comen, ¿por qué un niño sí?
Interrumpir cuando los adultos están hablando tampoco es malo o si no ¿cuántas veces nos interrumpimos nosotros? Se les puede decir «espera un momento» pero nada de «cállate que los mayores estamos hablando» ya que hay veces que quieren intervenir en la conversación.
Sabemos también que las palabrotas no deben escucharse en boca de ningún niño pero tampoco en boca de ningún adulto que de ahí es de donde ellos las aprenden.